Un veterinario no solo vela por la salud de los animales. Es un profesional que es capaz de comprender los lazos emocionales que unen a las personas con sus mascotas, incomprensibles para quienes no han tenido la oportunidad de tener un compañero peludo en sus vidas.
Toda buena relación esta basada en la confianza, y el trato entre el veterinario y su cliente no es la excepción. Cuando un cliente acude a la Clínica Veterinaria con su mascota, debe entender que nosotros vamos intentar hacer todo lo posible y todo lo que está en nuestras manos para solucionar la dolencia que tanto le preocupa a él y que afecta a su mascota, en mayor o menor medida.
Nosotros, como veterinarios, debemos centrarnos en el problema clínico del animal, pero también debe de preocuparnos el cliente “humano”, esa persona que quiere tanto a su mascota y que, realmente, sufre por él. Creo que es nuestro deber crear esa línea de confianza para que la comunicación funcione y sea duradera y productiva, porque con cercanía todo sale mejor.
Pero crear ese nexo de franqueza y familiaridad a veces no es tan sencillo, tenemos que entender que, a veces, la persona que acude a la Clínica está tan asustada por lo que le pasa a su animal de compañía que no está receptiva a nuestros intentos de generar confianza o, posiblemente, ha tenido una experiencia previa que no resultó como esperaba.
Sea cual sea la causa, hay que tener en cuenta que no todo el mundo conecta con los demás de la misma manera pero, por encima de ello, nosotros debemos tender nuestra mano amiga a nuestros clientes, humano y animal, y transmitirles que vamos a pelear por y para ellos.
Debemos conocer y comprender la situación personal, familiar, que rodea a cada persona que entra por nuestra puerta, ponernos en su lugar, y ser empáticos con ellos.
Nuestra profesión tiene esta parte tan fascinante, la de participar en la relación de empatía tan única que se establece entre personas y animales, para ayudar a ambas partes en su salud y bienestar y, con ello alimentar ese vínculo de franqueza y cercanía que, si funciona, puede durar toda la vida.