Estos días de primavera y verano, con calor y más horas de luz, son propicios para que aprovechemos de dar largos paseos por el campo con nuestros peludos. Pero, durante este tiempo, debemos tener presente el peligro de las espigas para los perros.
Las espigas, semillas de los cereales envueltas en una vaina dura y alargada, están diseñadas para engancharse en el pelo de los animales que pasan a su lado y así ser trasladadas hasta otro lugar donde brotar, reproducirse y, así, propagarse.
Cuando se secan, las espigas se desprenden con facilidad. Son puntiagudas, tienen forma de arpón y su superficie está recubierta por unos “pelillos” que crecen en una sola dirección, favoreciendo que queden atrapadas en el pelo de los animales o en nuestra ropa.
Además, tienen forma de paraguas, por lo que su punta afilada puede pinchar la piel y “los pelillos”, que se abren como si de un paraguas se tratase, impiden que retroceda, por lo que se van clavando cada vez con más fuerza, provocando heridas, abscesos e infecciones que pueden agravarse conforme pasa el tiempo.
Es muy importante revisar la piel de nuestros animales después de un paseo por el campo en estas fechas, en busca de estas espigas y, también, de garrapatas y pulgas que abundan en las temporadas de calor.
Patas, las afectadas más directas
Por sus características, las espigas se clavan en la piel de los perros y pueden causar graves problemas si penetran a través de ella. Lo más frecuente es que las espigas se alojen en los espacios interdigitales (entre los dedos), produciendo dolor y cojera.
Como consecuencia, los perros se lamen constantemente la pezuña afectada intentando extraerse ellos mismos la espiga, pudiendo agravar el problema. Es posible que observemos una pequeña vesícula en esta zona, por donde habrá que acceder para localizar la espiga. No debemos demorar el acudir a nuestro veterinario para retirarla, puesto que la espiga puede ascender a lo largo de la pata y complicar mucho su búsqueda y su retirada.
Durante la primavera y el verano, es conveniente retirar los pelos de las zonas axilar, auricular y de las patas para evitar que las espigas se claven y para detectarlas con mayor facilidad.
Ojos
Los ojos también pueden verse afectados por la entrada de espigas que se alojan entre el tercer párpado y la córnea, produciendo mucho dolor, por lo que nuestra mascota mantendrá el ojo cerrado, con presencia de lagrimeo. Hay que actuar pronto para evitar, como mínimo, la aparición de una úlcera corneal o, en el peor de los casos, la pérdida del ojo.
Nariz
Los orificios nasales son la otra vía de entrada de estas espigas en los perros, que presentarán síntomas como estornudos fuertes y continuos, a veces, acompañados por sangrado debido a la irritación producida en la sensible mucosa nasal. El interior de esta mucosa, como un laberinto, hace que los esfuerzos de expulsión hechos por el perro, con sus estornudos, no consigan expulsar la espiga.
En este caso, es imprescindible acudir al veterinario para que, después de aplicar anestesia, extraiga la espiga.
Oídos
Si tu perro, después de su paseo, sacude la cabeza o la mantiene ladeada, debes sospechar que una de estas temidas espigas ha penetrado en el oído. Como en los casos anteriores, que hay que actuar rápidamente para que vuestro veterinario la retire, evitando así dolor, infecciones y lesiones en el tímpano que pueden provocar daños graves.
Elegir bien la zona de paseo, cepillar a nuestro perro al volver a casa, revisando a conciencia sus patas, ojos, orejas, nariz, axilas y zona perianal, usar cubreorejas, acudir al veterinario ante la presencia alguno de los síntomas descritos, son medidas que pueden evitar que una espiga provoque un daño grave en el cuerpo de tu peludo.
Zona perianal
Las espigas también pueden entrar por el prepucio, causando inflamación e infección en la zona, atravesando, incluso, la uretra, produciendo hematuria (orina con sangre) en nuestro perro. En las hembras, la vulva también es una vía de acceso.
Como veis, las espigas pueden causas distintas patologías dependiendo de la vía de entrada. Lo más importante es no restar importancia a la aparición de cualquier bulto sospechoso o algún otro síntoma de los mencionados anteriormente, y acudir lo antes posible a nuestro veterinario, puesto que las espigas migran y avanzan atravesando los tejidos, dificultando su búsqueda y agravando los síntomas, hasta el punto de tener que realizar delicadas cirugías para resolver el problema.